REFLUJO Y NUEVA OLA
Mike Ashley
4. Rosas entre espinas
Seis supervivientes. Seis revistas que habían resistido a la adversidad y vivido para enfrentarse a otra época. Vivido para ser testigos del lanzamiento del primer hombre al espacio, Yuri Gagarin, el 12 de abril de 1961.
Que Astounding, Galaxy y F and SF se encontraran entre ellas no es nada sorprendente. Que If siguiera en la brecha se debía a un golpe de buena fortuna. Amazing y Fantastic, cuya longevidad resultaba notable, la debían a una composición magistral.
El género de la ciencia ficción exhaló un suspiro de alivio cuando, en el verano de 1958, Paul Fairman decidió abandonar el campo editorial y volver a escribir de modo independiente. Sus últimos números estuvieron fechados en noviembre de aquel año. Una muchacha de tan sólo veinticinco años ocupó su lugar.
Cele Goldsmith se había licenciado en arte en 1955. Poco después, aceptó el empleo que le ofrecía Ziff-Davis. A partir de septiembre de 1956, se la nombró directora adjunta de ambas revistas. En realidad se trataba de un eufemismo, ya que sus tareas se reducían a las de una secretaria. No obstante, la señorita Goldsmith era una ferviente aficionada a la ciencia ficción, y Fairman no tardó en reconocer su capacidad. En los números de marzo de 1957, se la anunciaba ya como directora ejecutiva, responsable de buena parte de la preparación de las publicaciones, pese a que Fairman se reservaba la última palabra. Al dimitir éste, le correspondía a Cele Goldsmith sucederle. Libre de la influencia de su predecesor, podía efectuar los cambios que deseaba. Sin embargo, se nombró director a Norman Lobsenz (nacido en 1919). Ahora bien, Lobsenz tenía pocos conocimientos de ciencia ficción, por lo cual se limitó a redactar editoriales, frecuentemente superfluos.
Los efectos del cambio fueron electrizantes. Durante el reinado de Fairman, se publicó un número insignificante de buenos relatos, destacando únicamente del término medio una novela corta de Jack Vance, Parapsyche (agosto de 1958). E incluso esta narración sobre unos poderes parapsicológicos incontrolables se contaba entre lo peor de Vance. Bajo la dirección de la señorita Goldsmith, el cambio de calidad se hizo obvio al instante. El número de marzo de 1959 de Amazing, por ejemplo, mostraba un gran esmero en su composición. Y el lector respeta mucho más una revista que revela signos de una preparación cuidadosa que si la adivina montada de modo chapucero, como había ocurrido con todas las de Fairman.
Para empezar, anunciaba el regreso de E. E. Smith, con una nueva novela, The Galaxy Primes (Los mejores de la Galaxia), dividida en tres episodios. La obra había sido rechazada por Astounding, pero los lectores no tenían por qué saberlo, y el nombre de Smith seguía siendo respetado por numerosos aficionados a la ciencia ficción. La novela, una mezcolanza de todas las facultades parapsicológicas, se hallaba muy por debajo del nivel anterior de Smith. Sin embargo, sirvió para seducir a los lectores, que así vislumbraron lo que se proponía Cele Goldsmith. En el mismo número, ofrecía Anniversary, escrito especialmente por Isaac Asimov a manera de celebración de su primera venta, Marooned of Vesta (Abandonados frente a Vesta), publicada en Amazing el mismo mes de veinte años atrás.
Los escritores advirtieron al momento que Amazing volvía a ser digna de atención, y la revista empezó a atraer talentos, tanto nuevos como ya conocidos. El hombre misterio de la ciencia ficción, Cordwainer Smith, hizo su aparición en abril de 1959 con Golden The Ship Was – Oh! Oh! Oh! (Dorada era la nave… ¡0h, oh, oh!). Smith -seudónimo de un profesor americano especialista en política asiática, Paul M. Linebarger (1913-1966) se inició en el género de la ciencia ficción en 1950, publicando en una revista menor, Fantasy Book, su relato Scanners Live in Vain (Los exploradores viven en vano), que desde entonces se ha convertido en legendario. Y no reapareció en el género hasta octubre de 1955, en Galaxy, con The Game of Rat and Dragon (El juego de la rata y el dragón). A partir de ese momento, produjo con mayor frecuencia y adquirió reputación con rapidez gracias a su estilo enigmático y personal. Su presencia en Amazing constituyó una evidencia cierta de que la vulgaridad había quedado relegada al pasado. Más pruebas aún presentaba el número de mayo de 1959, en el que se incluía Iniciative, un relato sobre un computador sensitivo, obra de los hermanos Boris y Arkadi Strugatski. Era la primera narración rusa de ciencia ficción que se traducía para una revista americana.
Las revistas de la señorita Goldsmith atrajeron a los autores noveles con ambiciones, siendo su primer hallazgo el de Keith Laumer (nacido en 1925), que se presentó en abril de 1959 con Greylorn, una aventura interplanetaria muy bien escrita. El verdadero torrente de nuevos talentos estaba todavía a un año o dos de distancia, pero la señorita Goldsmith había logrado excelentes resultados en sus primeros doce meses como editora. Goldsmith remató este período con la Fantastic de noviembre de 1959, dedicada por entero a Fritz Leiber.
Leiber (nacido en 1910) es una de las paradojas de la ciencia ficción. Gran autor de los años cuarenta, su producción menguó en la década de los cincuenta por diversas razones personales. Hacia finales de dicha década, recuperó todo su vigor. Aunque se le alaba como a uno de los mejores escritores de ciencia ficción, en realidad ha escrito poco en este campo. Su obra se orienta casi por completo hacia la literatura fantástica, pese a que en ocasiones la aderece con naves espaciales o escenarios futuristas. Eliminados estos adornos, encontramos al auténtico Leiber, un supremo autor de literatura fantástica. En aquel numero de Fantastic, las numerosas facetas de Leiber se reunieron para formar una joya soberbia. Entre sus cinco nuevos relatos, Lean Times in Lankhmar (época de escasez en Lankhmar) volvía a presentar a sus dos héroes, los pícaros Grey Mouser y Fafhrd, en otra aventura de espadas y brujería; The Mind Spider (La mente araña) giraba en torno al escalofriante descubrimiento de un gran poder psíquico extraterrestre y The Improper Authorities (Las autoridades impropias) era una deliciosa fantasía al estilo de Unknown.
En el espacio de un año, Amazing y Fantastic se habían convertido en dos de las revistas más excitantes y remuneradoras del género, una transformación asombrosa.
Una transformación de otro tipo hundió a la revista If. If había nacido a raíz del boom de 1952 y había pasado a mensual en 1954. Una circulación menguante provocó que su editor, James L. Quinn, la devolviera a una frecuencia bimensual en junio de 1956. Sin embargo, la publicación siguió ofreciendo una calidad literaria bastante elevada, acudiendo a la mayoría de los grandes nombres de la ciencia ficción. Por ejemplo, Arthur Clarke intervino regularmente con relatos como su cuento sobre la sensibilidad solar Out from the Sun (Fuera del sol) (febrero de 1958) y The Songs of Distant Earth (Las canciones de la lejana Tierra) (junio de 1958), sobre una remota colonia planetaria y las repercusiones sobre ella del aterrizaje de una nave estelar para efectuar reparaciones. Fueron también numerosas las narraciones de Lloyd Biggle, Harlan Ellison y Cordwainer Smith, además de la diestra pirueta de Isaac Asimov en torno a la capacidad matemática humana, The Feeling of Power (La sensación de poder) (febrero de 1958) If adquirió asimismo varios de los primeros relatos de Richard McKenna, aunque éste conquistó su reputación a través de F and SF.
Con todo, If se enfrentaba a los mismos problemas que todas las demás. En un intento por salvarla, Quinn encargó su dirección a Damon Knight. Ahora bien, las ventas no mejoraron, a pesar de todos los esfuerzos de éste; después de tres números, Quinn acabó por vender la revista a las Digest Productions, que técnicamente formaban parte del Galaxy Publishing Group, con lo cual pasó a depender de Horace Gold. If renació con el número de julio de 1959, y aunque su futuro se presentaba bastante sombrío, nadie podía prever los efectos que causaría en breve en el mundo de la ciencia ficción.
Los Premios Hugo nos darán una idea del dominio ejercido por las tres grandes, Astounding, F and SF y Galaxy. Los Hugo se conceden una vez al año, durante la Convención Mundial de Ciencia Ficción, que se celebra en lugares variables en el mes de septiembre. La convención de 1957 tuvo lugar en Londres, siendo la primera vez que se aventuraba a salir de Estados Unidos, lo que suponía el reconocimiento del incremento experimentado por la afición a la ciencia ficción en Gran Bretaña. En aquella ocasión no se premiaron todas las categorías, pero el premio a la mejor revista se dividió entre Estados Unidos, con Astounding, y Gran Bretaña, con New Worlds.
La convención de Los Angeles de 1958 otorgó el premio a la mejor revista a F and SF, en tanto que procedían de Galaxy la novela y el relato corto vencedores, The Big Time (La gran época), de Fritz Leiber, y Or All Seas with Oysters (…O todos los mares llenos de ostras), un cuento de Avram Davidson sobre la presencia en nuestro planeta de extraterrestres llegados de incógnito.
Con la convención de Detroit de 1959, la imagen se hace más concreta. Hasta entonces, los premios habían sido decididos mediante votación directa. En ese año, se procedió primero a una nominación de los relatos y sólo una selección de ellos llegó a la final. En cuanto a las categorías de novela corta y relato breve, se eligió previamente un total de dieciocho narraciones (entre ellas tres de Cyril Kornbluth). El cómputo por revista dio siete a Astounding y F and SF, y una a If, Venture, Vanguard y la antología Star SF 4. Los vencedores, The Big Front Yard (El gran patio delantero), de Clifford Simak, y That Hellbound, Train (Ese tren al infierno), de Robert Bloch, provenían de Astounding y F and SF, respectivamente.
En novela, el panorama era muy distinto. James Blish obtuvo el galardón con A Case of Conscience (Un caso de conciencia). Alargada a partir de un relato publicado en If, en 1953, la version final y completa fue publicada únicamente como libro. Fue la primera novela que ganó un Hugo sin haber aparecido antes como folletín en una revista. Entre las nominadas, se encontraba también Who? (¿Quién?), de Algis Budrys, igualmente un cuento prolongado, ofrecido en esta ocasión por Fantastic Universe, en 1955. De todos modos, la versión definitiva sólo se hallaba disponible en forma de libro. Las tres nominaciones restantes procedían de revistas, aunque Time Killer (Asesino del tiempo), de Robert Sheckley, había sido muy acortada para Galaxy. Bantam Books publicó la única versión completa en libro de bolsillo, con el título Immortality, Inc. (Inmortalidad, S.A.), en 1959, a tiempo para la convención.
Estos resultados demostraron a las claras que el libro de bolsillo se había establecido con firmeza y se transformaba con rapidez en el sucesor de la revista. Cierto que un libro nunca podrá sustituir a esta última, pero cada vez se hacía más obvio que poquísimas personas se interesaban por su individualidad y sus ventajas. En realidad, el público en general deseaba simplemente que se le proporcionase buena lectura.
La mejor literatura de los últimos años cincuenta fue publicada, como siempre, por las tres grandes. Campbell permanecía firmemente al timón de Astounding, y Gold, con no tanta energía, al de Galaxy. Por el contrario, se produjo un cambio editorial en F and SF.
Anthony Boucher había dirigido en solitario, y de modo admirable, la revista desde la edición de septiembre de 1954, pero la tensión de sus numerosas obligaciones se cobró tributo en su salud y, con el número de agosto de 1958, anunció que iba a tomarse seis meses de vacaciones. En el volumen anterior de esa serie ya dije que el nombre real de Boucher era William Anthony Parker White, aunque un relato publicado con idéntica firma por Weird Tales en 1927 seguramente no le pertenecía. Demasiado tarde para incluir el dato en aquel volumen, me enteré de que dicha narración fue en efecto su primera venta. Más tarde, Boucher opinó así de ella:
«A los quince años vendí un cuento a Weird Tales, un cuento horroroso, que jamás debieron admitir. No sólo estaba muy mal escrito, sino que era un plagio descarado, aunque inocente, de No 17 de la señora Bland, que me había sido transmitido oralmente».
El cargo de Boucher al frente de F and SF fue ocupado por Robert P. Mills, que al fin y al cabo se encargaba ya de buena parte del trabajo básico. Por tal razón, F and SF no experimentó cambios drásticos, sino que se mantuvo fiable y amena. (En realidad, a él le corresponden los laureles por la mayoría de los excelentes relatos de este período.) ¿Qué otra revista hubiera sido capaz de publicar una fantasía absoluta, como That Hellbound Train, de Robert Bloch (septiembre de 1958), y ganar con ella un Hugo de ciencia ficción? En F and SF colaboraron también en forma regular Zenna Henderson, con su serie People, y Chad Oliver, que aplicó su gran conocimiento de la antropología a diversos relatos diestramente tramados y desarrollados en mundos extraterrestres, como Guardian Spirit (Espíritu guardián) (abril de 1958). Robert F. Young escribió varias fantasías científicas deliciosas, como su conmovedor relato sobre un enorme árbol en un planeta extraño, donde el hombre pone en peligro la existencia de las dríadas nativas, To Fell a Tree (Talar un árbol) (julio de 1959). Philip José Farmer contribuyó con varias obras de su serie El padre John Carmody, entre ellas la novela Corta The Night of Light (La noche de luz) (junio de 1957), así como su célebre relato sobre el último hombre de Neanderthal sobreviviente, The Alley Man (El hombre del callejón) (junio de 1959).
El número de abril de 1959 incluía el cuento que yo estimo como uno de los más efectivos y absorbentes de la ciencia ficción, una narración casi tan perfecta como podría desearse Flowers for Algernon (Flores para Algernon), de Daniel Keyes. Este patético relato de unos experimentos que elevan el cociente intelectual de un minusválido mental hasta el de un genio creador, para concluir luego en una dramática regresión, fue premiado con un Hugo. Reeditado con frecuencia, dio la impresión de que Keyes era un prodigio de un solo éxito. A fin de corregir esa sensación, he hecho revivir Crazy Maro en este volumen.
Tras dejar su trabajo de editor, Anthony Boucher siguió escribiendo. F and SF de enero de 1959 presentó su excelente enlace ficticio de robots y religión, The Quest for Saint Aquin (La búsqueda de San Aquino). F and SF publicaba asimismo en folletín buena parte de las nuevas novelas de Robert Heinlein, como The Door into Summer (La puerta al verano) (1956) y Have Space Suit -Will Travel (Lleve traje espacial. Va usted a viajar) (1958). También ofreció uno de sus escasos cuentos de aquella época. All You Zombies (Todos vosotros zombies) (marzo de 1959) pasará casi con toda certeza a la historia como el cuento definitivo sobre un hombre que se convierte en su propio padre y su propia madre. Con él se puso de relieve que la ciencia ficción cambiaba con la era espacial, puesto que una narración de esta naturaleza jamás se hubiera publicado unos años antes.
En 1957, por razones personales, Walter Miller, uno de los escritores de ciencia ficción dotado de mayor talento, decidió abandonar el género. F and SF publicó su último relato, un cuento de intriga lunar titulado The Lineman (El vigilante de la línea) (agosto de 1957). Tan sólo unos meses antes, F and SF había publicado también el relato final de la trilogía de Miller, que éste revisaría y convertiría en A Canticle for Leibowittz (Un canto a san Leibowitz) (1960), ganadora de un Hugo y considerada con toda razón como uno de los mayores clásicos de la ciencia ficción.
F and SF, en mayor grado que cualquier otra revista, se atrajo la colaboración de autores no especializados en el género, que aportarían un estilo y un tratamiento nuevos. Howard Fast (nacido en 1914), veterano aficionado a la ciencia ficción, colocó un cuento en Amazing, Wrath of the Purple (La venganza del púrpura) (1932), cuando aún no había cumplido los veinte años. Más tarde, se hizo famoso en literatura general, y probablemente se le conoce mejor por su Spartacus (1951). Regresó a la ciencia ficción en 1959 con una serie de relatos en F and SF, entre ellos el célebre The First Men (Los primeros hombres) (febrero de 1960). En cuanto a Richard McKenna (1913-1964), inició su breve carrera en la ciencia ficción con la sobrecogedora historia de muerte Casey Agonistes (Los agonistas de Casey), incluida en la F and SF de septiembre de 1958. McKenna consiguió un renombre mundial gracias a su novela de guerra The Sand Pebbles (Los guijarros de arena) (1962). No vivió para terminar la novela siguiente, pero dejó alrededor de una docena de valiosos relatos de ciencia ficción.
Aparte de la ficción, F and SF inició en noviembre de 1958 la publicación de una serie regular de artículos, escritos por Isaac Asimov, sobre un sinfín de temas científicos y de otros tipos. Esta fascinante serie ha proseguido hasta la fecha y constituye uno de los puntos fuertes de la revista. Puso a F and SF en línea con los otros dos líderes del mercado, Galaxy, que tuvo una sección regular, «Para su información», a cargo de Willy Ley (1906-1969), a partir del número de marzo de 1952, y Astounding, donde aparecía siempre un detallado articulo científico dirigido al sector culto.
Galaxy era quizá la menos amena de las tres. No tanto por su literatura, que reflejaba el nebuloso estado del género, sino en su conjunto. Con excepción de las portadas, la revista parecía vulgar a causa de su pobre presentación y las anodinas ilustraciones interiores. Se debía, hasta cierto punto, a la mala salud de Horace Gold, que empeoraba de día en día. No por ello han de olvidarse los enormes logros de éste al crear Galaxy y transformarla en una de las grandes. Gold era un feroz y exigente supervisor, que reclamaba con violencia de sus autores lo que deseaba. Y éstos, pese a sus lamentaciones iniciales, se mostraban después agradecidos y le llenaban de alabanzas. Como dijo Frederik Pohl: «Gold distinguía el centelleo del verdadero oro. Y penosa y persistentemente, exigía de los escritores que eliminaran todo oropel».
Obstaculizado por su mala salud, Gold no pudo dedicar a Galaxy, y después a If, tanto tiempo y energías como habría deseado. Galaxy, mensual desde el principio, pasó a bimensual en febrero de 1959, aunque al mismo tiempo aumentó sus páginas a ciento noventa y dos, convirtiéndose así en la revista más voluminosa. En segundo lugar, venía Astounding, con ciento sesenta, y a continuación Amazing, con ciento cuarenta y cuatro. El resto se limitaba a ciento veintiocho páginas. Lo cual no significa que Galaxy fuera más densa en contenido que las demás, ya que empleaba un tipo de letra mayor y salpicaba generosamente sus textos de ilustraciones. La Galaxy de nuevo tamaño resultaba también la más cara, aumentando su precio a cincuenta centavos. Se trataba tan sólo de una señal de lo que se avecinaba para todas las revistas. Al menos en apariencia, Galaxy daba algo más a cambio del suplemento de dinero. A finales de 1959, tanto Astounding como F and SF se vieron obligadas a subir también su precio a cincuenta centavos, sin nada extra que ofrecer.
La situación, al acabar la década de los cincuenta, se tomó extremadamente dura para las revistas principales. Por aquel tiempo, numerosos escritores de renombre encontraban más lucrativo escribir para la televisión y el cine. Y fuera de dichos mercados, tenían más posibilidades de vender una novela a las colecciones de libros de bolsillo que a las revistas. En cuanto al relato corto, cualquier buen escritor colocaba con facilidad sus obras en las revistas caras. Playboy, Saturday Evening Post, Esquire y similares publicaban ciencia ficción y presentaban con regularidad a escritores como Robert Sheckley, Charles Beaumont, Ray Bradbury, Theodore Sturgeon, Arthur Clarke… y todos los imaginables. Los editores de revistas de ciencia ficción debían encontrar nuevos talentos o confiar en autores que, por escribir en sus ratos libres, no se ganaban el pan vendiendo sus obras.
El periodista Clifford Simak, que mantuvo una soberbia producción literaria, había empezado a escribir en 1931. En los años cuarenta y cincuenta, demostró hallarse en la plenitud de su forma, conservando un estilo y un enfoque totalmente personales. El detalle predominante en su obra, a finales de la década de los cincuenta, era la localización de sus relatos en las poblaciones remotas del Medio oeste estadounidense, donde preferían aterrizar los extraterrestres. Aun cuando jamás se trataba de alienígenas ordinarios, podían adoptar la aparición de mofetas, como en Operation Stinky (Operación hedionda) (Galaxy, abril de 1957), o parecer humanos de pies a cabeza, como en Carbon Copy (Copia con papel carbón) (Galaxy, diciembre de 1957). Pero su pericia en este tipo de cuento la ilustra mejor el encuentro transdimensional de The Big Front Yard (El gran patio delantero) (Astounding, octubre de 1958), galardonado con el Premio Hugo.
Un escritor profesional que no desertó del campo fue Poul Anderson, creador de un constante flujo de ciencia ficción de primera clase a todos los niveles. F and SF publicó su serie Patrulla del tiempo, y Astounding, los relatos protagonizados por Nicolas van Rijn. Su deliciosa A Bicycle Built for Brew (Una bicicleta a base de cerveza) aparecida también en libro con el título The Makeshift Rocket (El cohete improvisado), que trata de una nave espacial propulsada por burbujas de cerveza, fue publicada en folletín por Astounding en 1958. La misma revista había ofrecido poco antes su relato clásico en torno a una elaboración biónica en Júpiter, Call Me Joe (Llamadme Joe) (abril de 1957).
Parte de la fuerza de Astounding residía en sus folletines. Entre ellos destacaron Double Star (Estrella doble) (1956), de Robert Heinlein, una aventura de política interplanetaria, The Naked Sun (El sol desnudo) (1956) de Isaac Asimov, la famosa novela policíaca y de robots desarrollada en un planeta donde el asesinato era físicamente imposible, Close to Critical (Punto crítico) (1958), de Hal Clement, una excelente aventura en el inhóspito planeta Tenebra, y Dorsai, la primera de las crónicas de Gordon R. Dickson sobre sus mercenarios galácticos.
Galaxy propuso muchos menos folletines al convertirse en bimensual, pero pudo enorgullecerse de presentar la novela de Alfred Bester The Stars My Destination (Las estrellas son mi destino) (1956), y Wolfbane (Veneno para lobos) (1957), un intrigante relato sobre cómo los extraterrestres roban literalmente la Tierra. Dicha novela fue una de las últimas colaboraciones genuinas de Frederik Pohl y Cyril Kornbluth.
En conjunto, Astounding brindaba la ciencia ficción más amena, ya que John Campbell conseguía más obras de autores como Harry Harrison, Christopher Anvil y lo mejor de Robert Silverberg y Randall Garrett. Estos dos últimos, firmando con el seudónimo Robert Randall, produjeron una serie de interés absorbente basándose en los hechos que condujeron al éxodo de los israelitas, trasladados a extraterrestres oprimidos por los humanos. La serie comenzó con The Chosen People (El pueblo elegido) en el número de Astounding de junio de 1956 y culminó en la novela The Dawning Light (La luz del amanecer) (1957). La serie continuaría con la publicación de All the King’s Horses (Todos los caballos del rey) (enero de 1958). Más tarde, Garrett y Silverberg dejaron de colaborar, y la serie quedó incompleta.
Harry Harrison creó un memorable personaje con Jim di Griz en The Stainless Steel Rat (La rata de acero inoxidable) (agosto de 1957). Murray Leinster (1896-1975) demostró que los veteranos podían escribir tan bien como cualquier otro, produciendo una excelente serie sobre un doctor galáctico llamado Callahan, y su simiesco compañero Murgatroyd, The Mod Service, que se inició con Ribbon in the Sky (Cinta en el cielo) (junio de 1957). Al mismo tiempo, H. Beam Piper lograba el relato definitivo sobre los idiomas extraterrestres, Omnilingus (febrero de 1957), en torno a una investigación relativa a la traducción de la antigua lengua marciana. Y Jack Vance cimentaba su fama de poseer un talento excitante mediante The Miracle Workers (Los obreros milagrosos) (julio de 1958), su novela corta, desarrollada en un mundo donde las facultades parapsicológicas operan al máximo.
Campbell fue criticado a menudo por el énfasis concedido a la ficción que aceptaba la realidad de la percepción extrasensorial o, en término del propio Campbell, «psiónica». Astounding publicó numerosas narraciones de esta naturaleza, finalmente parodiadas en That Sweet Little Old Lady (Esa dulce, pequeña y vieja dama), presentada en folletín en 1959 y publicada como libro con el título Brain Twister (Rompecabezas). Atribuida a Mark Phillips, seudónimo conjunto de Randall Garrett y Laurence Janifer, la novela narraba la búsqueda de un telépata, al que se pedía que localizara a un espía…
La turbulenta década de los cincuenta finalizó. El período indudablemente más activo en el mundo de la revista había presenciado la recuperación de las publicaciones después de la guerra, hasta llegar al punto cumbre de su historia en 1953, recobrarse de nuevo tras la asfixia y caer luego víctima de la calamidad que se abatió sobre ellas al principio de la era espacial. Nadie creería en tal ironía si se presentara en una ficción.
Por fortuna, no todo se reducía a morosidad y desaliento. Mientras las revistas americanas de ciencia ficción sufrían la depresión, en Gran Bretaña y en el resto del mundo las cosas resultaban mucho más prometedoras.
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