El weird menace (traducido al español como «amenaza extraña») es un género de la literatura pulp derivado de la ficción de horror. El creador del weird menace fue Henry Steeger, presidente de Popular Publications. "Tuve la idea durante un viaje a París", explicó Steeger. "Tenían el Teatro de Gran Guignol allí, con estas situaciones violentas, y el público estaba muy entusiasmado. Pensé, 'Podríamos hacer una revista como esa con el mismo tipo de énfasis'". Uno de los títulos de Steeger, Dime Mystery Magazine, estaba vacilando en ese momento, no estaba vendiendo lo que se esperaba y era necesario darle un empujón de alguna manera. Con el número de octubre de 1933 de Dime Mystery Magazine nació el género de la amenaza extraña. Y las ventas subieron como la espuma.
Según Lee Server, autor de Danger Is My Business, dos aspectos de la amenaza extraña la distinguen de las historias de horror sobrenatural. Primero, no hay nada sobrenatural: los eventos de la historia se explican racionalmente, si no lógicamente, al final de la historia. En segundo lugar, los horrores de una historia de amenaza extraña se relatan con gran detalle y con extrema intensidad. El weird menace frecuentemente incluye escenarios violentos que involucran el sadismo, el masoquismo, la crueldad, la brutalidad y escenas gráficas de erotismo y tortura.
Debido a que el horror en la amenaza extraña es más “natural” que sobrenatural, el monstruo en realidad es un ser humano: abundan los científicos locos, líderes de culto, psicópatas, "enanos nudosos, mutantes descerebrados [y] jorobados cachondos" (en palabras de Lee Server). La cultura popular había puesto a las mujeres en peligro antes. "Los peligros de Pauline" (1914) es un claro ejemplo de cómo la generación anterior ya conocía el tema de la “mujer en peligro”. El personaje Snidely Whiplash, que ata a las mujeres jóvenes a las vías del tren o quiere pasarlas por un aserradero, se convirtió en un cliché desde el principio del weird menace.
El weird menace se vuelve popular en la década de los años 1930 siendo un claro ejemplo las revistas Terror Tales y Horror Stories. Este género se diversificará y terminará incluyendo diferentes componentes como el ocultismo, el terror, la espada y brujería, el “men's adventure”, la novela negra, el “spicy & saucy” y el “hard boiled”, resaltando, por supuesto, la violencia, la masacre y el erotismo.
Las portada de las revistas dedicadas a publicar historias de amenaza extraña se caracterizan por sus figuras grotescas y distorsionadas y una violencia sexual sádica. Las portadas muestran regularmente a una mujer joven y bien formada con poca o ninguna ropa, a punto de ser sometida a una tortura horrible a manos de hombres deformes y con una sonrisa diabólica, a menudo vestidos con capas con capucha o batas de laboratorio. Los temas incluyen “linduras” como:
Muchacha ahogándose en una tina de vidrio
Muchacha siendo azotada por enanos
Muchacha arrojada a un horno de fuego
Chica a punto de ser sumergida en metal fundido al rojo vivo
Chica a punto de ser cortada por la mitad o picada con cuchillos giratorios
Chica a punto de ser decapitada por un médico loco con un bisturí
Muy a menudo, la portada también presentará a un joven de mandíbula cuadrada que intenta rescatar a su chica de este terrible destino. Los títulos de las historias tampoco que quedan atrás en esto de darle “sabor” a la amenaza extraña:
"Los hombres topo quieren tus ojos"
"Novias para el dios del pantano"
"Cosas que alguna vez fueron muchachas"
"Fábrica de cadáveres de Satanás"
"Revuelta de los monstruos del circo"
"Señora de los bebedores de sangre"
"El horror sin lengua"
"Novias para los medio hombres"
"La cosa que cenaba muerte", etc.
Los pulp con temática weird menace también conocidos bajo el nombre de “shudder pulps” (“pulps de estremecimiento”) fueron muy populares al grado tal que en el imaginario popular “lo pulp” es precisamente lo exagerado, lo grotesco y terrorífico, sin embargo, es un fenómeno semejante a lo que ocurre hoy en día si hemos de suponer que “cómic” es sinónimo de “superhéroe” cuando, en realidad, existen muchos géneros además del superheroico.
Como sea, esos lejanos años 30 fueron un caldo de cultivo para muchas manifestaciones de lo más oscuro de la sociedad. En años 20 y 30 el cine se llenó de controvertidos argumentos, además de que en la vida real los escándalos de actores y directores eran la comidilla de todos los días. La prensa sensacionalista de la época fue un hervidero plagado de asesinatos, drogas y muerte. Hollywood se presentaba como un mundo de depravación e inmoralidad. Entre los sucesos más sonados, encontramos el de la supuesta violación y posterior fallecimiento de la desconocida aspirante a actriz Virginia Rappe a manos del cómico Roscoe Arbuckle. También fue muy divulgado el divorcio de la entonces célebre Mary Pickford, de su primer marido Owen Moore, mientras mantenía un romance con Douglas Fairbanks. De ahí que hubiera pulps con temáticas semejantes (véase como ejemplo la revista Saucy Movie Tales.)
El Código Hays surgió como una serie de reglas de producción cinematográfico que determinaba qué se podía ver en pantalla y qué no en las películas que se proyectaban en Estados Unidos. La censura y autocensura empezó a sentirse en el ambiente. Esto llevó a que algunas autoridades (como el alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia) amenazaran con la confiscación de publicaciones. Los editores de diversas publicaciones (incluyendo, por supuesto a los “shudders pulps”) tomaron cartas en el asunto, rebajando el tono tanto de las portadas, como de los relatos.
Muchos “shudders pulps” tales como Strange Detective Stories, o Dime Mystery Magazine, se vieron obligadas a dejar a la sexualización tanto de historias como de portadas optando por historias que terminaron siendo estrafalarias y absurdas causando con esto que el público fuera perdiendo el interés. La Segunda Guerra Mundial dará el tiro de gracia a estas publicaciones. Para bien entrados los años 40 los “shudder pulps” no solo habían desaparecido, sino que eran mal vistos por la sociedad que había cambiado sus formas de vivir y pensar.
Sin embargo, la amenaza extraña, haciendo honor a su nombre seguirá cerniéndose sobre la gente decente y bien pensante. Habrá de resucitar, cual zombi o vampiro clásico, una y otra vez a lo largo de las décadas. Sólo se mencionará, brevemente, el auge de los cómics de terror de los años 50 y su respectiva persecución por parte de psicólogos preocupados por las mentes juveniles y el surgimiento de los “slashers” ochenteros que a cuchilladas terminarán con los escarceos eróticos de jovencitos calenturientos.