Dejo esta transcripción de un artículo publicado en la ya desaparecida "Revista de Revistas" en el ahora lejano 2000. Que lo disfruten.
LAS GIRLIE-MAGAZINES
Eduardo García García
Es durante los aciagos días de la Segunda Guerra Mundial, cuando por vez primera se utiliza la frase pin-up. A los soldados aliados y alemanes les gustaba empapelar sus refugios con fotos de mujeres hermosas. La disculpa oficial era que de esta manera se protegía un poco del frío de las paredes. Sin embargo, el objetivo era el mismo de uno y otro lado, hacer que el soldado creyera poseer aquello que se encontraba más lejos de él y que tanto echaba de menos: Las mujeres. La diferencia será solamente de estilo. Las revistas alemanas como Signal mantenía un tono medio, sin grandes alardes, más bien familiar; las estadounidenses, por el contrario, recurrían a todos los refinamientos. De esta manera, circulan las famosas “muñequitas de ensueño” de las revistas Esquire –con sus fantásticas pin-ups utilizadas por Vargas y Petty- y la oficial Yank, que incluía desplegables como el famoso de Betty Grable.
Betty Grable
Pero en 1943 la dirección del Servicio Postal norteamericano intentó impedir que Esquire fuese distribuida por correo porque de acuerdo con esta dirección, las “chicas de Vargas” que tanto levantaban la moral de las tropas americanas en todo el mundo eran “obscenas, lascivas y libidinosas”. Este descarado intento de censura fracasó por fortuna. Pero Esquire quedó tocada tras la experiencia y desde entonces desapareció de sus páginas cualquier vestigio de sexo o desnudez.
Desplegable de tres páginas de Esquire
Lo irónico del asunto, es que al tiempo en que el gobierno norteamericano juzgaba a Esquire por sus pin-ups, estaba publicándolas simultáneamente en Yank. La hipocresía era sorprendente. Lo que en el frente se consideraba apropiado para las tropas, en el país se consideraba degradante.
Levantando la moral de la tropa
Aún así, puede entenderse que en tiempos de guerra impere un cierto grado de censura, pero de la posguerra se espera que sea una época de celebración y alegría. Sin embargo, al acabar la Segunda Guerra Mundial, una ola de represión se abatió sobre los Estados Unidos. Comenzó con el Comité de Actividades Antinorteamericanas, con el despreciable senador Joe McCarthy y la guerra fría, pero también supuso la censura las historietas y la desaparición de Bettie Page, la reina de las pin-ups. Era la época en que –gracias al modelo H de Dior- las faldas de las mujeres empezaron a crecer en vez de disminuir. Y como siempre, siendo México un país dependiente del gigante del norte, tales medidas siempre nos afectaron.
El infame Joe McCarthy
En cuanto a publicaciones, la novedad de los años cuarenta fueron los pulp magazines, revistas baratas de literatura desechable –relatos y novelas cortas de serie negra, ciencia-ficción o terror- con apetitosas ilustraciones de mujeres en peligro con ropas transparentes o escasas en la portada. Formatos reducidos y precios asequibles eran el atractivo material de un producto que arrasó de manera multitudinaria. Pero según se agotaba la década, el público empezó a cansarse de los pulp fiction y los editores buscaron otros huecos del ocio para rellenar. Recién inaugurados los años cincuenta, una subcomisión del Senado recibió el encargo de investigar las causas de la delincuencia juvenil norteamericana. Con la lucidez que suele acompañar a este tipo de comisiones, los senadores comenzaron sus pesquisas por la industria del comic, a la que consideraban responsable de todos los males del sistema solar. Las historietas, por supuesto, a travesaron por una crisis sin precedentes y sus lectores entraron en un vacío espiritual. Así es como las dos fuentes principales de entretenimiento impreso cayeron fuera de la jugada.
Puesto de revistas en Mendoza, Argentina
En ese hueco surgieron los mini-magazines que, a cabio de una módica suma, correspondían con un contenido fresco y una forma –mejor dicho unas formas- muy impactantes: mujeres, mujeres, mujeres. El mini-mag recogía el interés de los aficionados al cine, a las historias de policías, a los cuentos de terror, los comics y el humor. Completaban el menú con neumáticas chicas y lo hacían de una manera absolutamente gratuita y gratificante, sin necesidad de que lo justificara el guión. La ambición de estas publicaciones era discreta, casi ninguna pretendía dar el salto aun medio de más entidad y mayor poderío. Normalmente los editores –más o menos unos seis- las utilizaban para ensayar nuevas fórmulas y tantear las preferencias de los lectores. Se cuentan con los dedos de la mana las que consiguieron soportar el salto a los sesenta, una década muy diferente durante la que el tiempo libre mutó y los gustos del público se radicalizaron.
Bettie Page, of course
Quick vio la luz en 1949 de la mano del mismo editor de Look, una publicación de más envergadura, y un montón de hermanitas le siguieron sin tardar. He, Bare, Show, TV Girls and Gags –junto con el paquete creado por el infame Robert Harrison, creador de Focus, Wink, Titter, Flirt, Beatuy Parade y la infame y chismosa Confidential, aquella que con su “Tell the Facts and Names the Names” destrozó un sinnúmero de vidas- se situaron en los lugares más vistosos de los puestos de revista estadounidenses, y en pocos meses se convirtieron en las más vendidas entre las 50 mini-revistas nacidas durante el periodo 1952-58. Su fórmula era muy básica: dulces vampiresas imaginadas por Earl MacPherson, fotos de modelos, muchas de ellas bailarinas de strip-tease, ataviadas con ropa sexy, bikinis, tangas y lencería que adornaban chistes y pequeñas historias tituladas “Confesiones de una desnudista”, “Siete maneras de mejorar tu vida sexual”, “¿Son normales los sueños húmedos? “Guía de los mejores clubes de strip-tease de Los Angeles”.
Una de tantas revistas de chismes de la época
Sexo y espectáculo eran temáticas en las que también se interesaban, aunque ocasionalmente, las revistas destinadas al hombre moderno de los cincuenta. Como en las mini-mags, el cine, el jazz y la literatura copaban la dosis cultural de cada número, y una jugosa entrevista con una estrella polémica le daba la coartada perfecta a los compradores de revistas con fotos de mujeres en bikini, o sin él. Así surgen Adam y Playboy.
El mítico número uno de Playboy
Creada por Hugh Hefner en noviembre de 1953, Playboy no ofrecía sólo sexo, sino que contenía artículos y relatos de primera calidad, ilustraciones provocativas y reportajes sobre la última moda masculina, gastronomía, bebidas, automóviles, etcétera. Sin embargo, el principal atractivo de la revista fue su invento de la personalizada Playmate del mes. Al final de la década Playboy se había convertido en algo más que una revista, y en la actualidad sigue siendo la publicación mas famosa. Su primer número, que ofrecía un famoso desnudo inédito de Marilyn Monroe, sorprendentemente vendió 50 mil copias Y vendía, gracias a que tenía una presentación impecable, un diseño gráfico de vanguardia y la vocación de elegancia editorial que intentaba competir con las publicaciones consideradas de prestigio: Life, Look, Esquire, The New Yorker. A la fecha, Playboy es la revista para hombres más popular del mundo.
"Y decían que antes sí había moral..."
Y se suponía que eran tiempos de inocencia. Pero en el mundo había algo insano que flotaba en el aire, una ola de represión que creciendo durante los años de la guerra fría, en las que las imágenes de sexo sin sexo eran lo cotidiano. Dior y su falda en forma de H hicieron desaparecer las curvas de la mujer y la regresaba a principios del siglo. En ese ambiente, surgió la contracultural revista Bizarre, otro fenómeno editorial cuya temática era el sadomasoquismo. Sus portadas mostraban a mujeres vendadas de los ojos, amordazadas y esposadas. Fue un auténtico escándalo para los puritanos de la época.
"Amor y paz, hermano"
Los años sesenta fueron un soplo de aire fresco. Tras la opresión de los años 50, se respiraba un aire de cambio. La llamada revolución sexual de la época (consolidación del feminismo, aparición del movimiento gay y la difusión de teorías sobre el amor libre) contribuyó a crear una nueva actitud hacia el sexo ente la generación de estadounidenses nacidos después de la Segunda Guerra Mundial.
García García (2000) “Las Girlie-Magazines. Una historia informal…”, en Revista de Revistas. México, junio de 2000, pp. 58 – 63.
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